jueves, 28 de agosto de 2014

Superando inconvenientes (con un pelín de inconsciencia)

Hacía mucho tiempo ya que no escribía mis batallitas por aquí, entre otras cosas no dispongo últimamente de tanto tiempo, y las rutas últimas habían dejado pocas cosas en el tintero, así que al final no había hecho entrada de ellas.

La salida de hoy, por contra, es una de esas que tienes en la cabeza durante largo tiempo, buscando el día idóneo para hacerlas. Aprovechando un día de fiesta que me concedieron en el curro, a raíz del domingo pasado de inventario, tomé cartas en el asunto y preparé la ruta que me llevaría a ascender el puerto de Paniza.

De sobra conocido para el cicloturismo zaragozano, el puerto de Paniza se sitúa en la N-330, conocida por ser "la carretera de la playa" para muchos de mis paisanos entre los que me incluyo, al menos hasta que se inauguró la autovía A-23. Comienza en el pueblo de mismo nombre, y se extiende durante algo más de 5 km, para acabar coronando a 938 metros.

Con todo listo, salgo de casa a las 7:15 de la mañana, con el amanecer todavía por completar. Como los primeros minutos los haré por carril bici, no espero a que el día esté completamente claro, pues esos minutos me librarán de una buena ración de calor a la vuelta (espero llegar a casa en torno a las 13 horas).

Apenas llevo 4 km. cuando pincho la rueda delantera. Lo pronto que se acaban los planes que uno se hace en la cabeza. Me bajo, desmonto la rueda y me pongo a cambiar la cámara (todo esto todavía en el centro de Zaragoza). Una vez hecho esto, y tras 20 minutos perdidos, me surje un problema. Normalmente, en las rutas de más de 100 km, salgo con dos cámaras de repuesto, aunque esta vez sólo llevo una. Lo que quiere decir que, si vuelvo a casa, tengo que cambiar de planes (llevaría demasiado retraso, y las horas del mediodía me dan pánico con este calor). Por otro lado, si sigo adelante, tendré que hacer los más de 120 km sin cámara de repuesto. Me imagino por un momento teniendo un pinchazo bajando el puerto de Paniza, a más de 60 km de casa, sin cámara de repuesto... y con la mujer (y por lo tanto, el coche) en la playa.

Finalmente (aquí es donde está el "pelín de inconsciencia"), decido que Dios reparta suerte. Ya he pinchado ahora, por estadística, no me toca volver a pinchar en tres o cuatro meses... mucho menos hoy. Quizá lo lógico hubiera sido volver a casa y hacer otra ruta más corta, pero la pasión por la bici se ha impuesto a la lógica. Así que arranco, y sigo con el plan previsto. Por suerte, no me equivocaba, y no tuve más pinchazos. Pero esto no significa que no tuviera más "parones". Eso sí, todo a su tiempo.

Cruzo por Fuente de la Junquera a la carretera mencionada N-330, dirección Muel, sin mucho tráfico a pesar de ser entre semana (por ser agosto, imagino), y sin encontrarme a ningún ciclista. A pesar del retraso, no es muy tarde. No va tan mal la cosa.

Llego a Muel con 5 minutos de adelanto (sobre el horario previsto tras el pinchazo), a Longares con 10, y a Paniza casi media hora antes de lo que pensaba. La carretera apenas ha dejado de apuntar hacia arriba, salvo algunos tramos entre Longares y Cariñena, principalmente, pero es tras cruzar Paniza cuando las cosas se ponen un poco más feas.
Y es que el pueblo hace de comienzo del puerto.

Durante los dos primeros km. me encuentro rampas del 4-5 %, además de alguna zona con menor pendiente, e incluso una pequeña bajada en los primeros mil. A partir del tercer kilómetro la cosa se complica, las rampas alcanzan el 6%, el 7% e incluso el 8% durante unos 500 metros, que unido al alto kilometraje que ya llevan las piernas y al sofocante calor que hace allí (no entra nada de aire, y el sol es de justicia) agarran las ruedas como si llevaran pegamento. Cuesta mucho esfuerzo avanzar. Meto todo lo que llevo en esta zona, y cabeceando, voy superándolo a duras penas.

Tramo intermedio, al 7%. Al fondo, viaducto de la autovía.

Tras pasar la zona más dura, a falta de 1,5 km para coronar, la pendiente vuelve al 5%, que ya no abandonará hasta la cima. Paso por el restaurante "El balcón", ya cerrado, sito en la última curva pronunciada del puerto, y que combinaba esta labor con la de venta de jamones.
Por fín, tras 5,2 km de ascensión que se han acabado haciendo bastante largos, llego arriba.

Cartel del puerto.

Tras la foto de rigor, media vuelta. Comienzo el descenso, y como el asfalto está bastante bien conservado, la bici se "sube de vueltas" rápidamente. Según el GPS, alcanzo los 66 km/h, teniendo en cuenta que voy frenando muy de vez en cuando (para esto de los descensos soy un poco echado para atrás, sobre todo puertos que no domino). En un momento (apenas 6 o 7 minutos) vuelvo a estar en Paniza, con el descenso realizado.

Paro en el pueblo para tomar un refrigerio, rellenar bidones (completamente vacíos los dos) y hacer un descanso, aunque no lo alargo demasiado para no salirme en exceso del guión. Son las 11:30 cuando salgo hacia Zaragoza de nuevo, y me quedan unos 55 km de recorrer... nada parece indicar que vaya a llegar antes de las 13:30... con el calor que eso supone.

Nada más salir del pueblo, nuevo parón. Me encuentro unas llaves de coche tiradas en la cuneta, y como me parece mal dejarlas allí, que alguien las habrá perdido, las cojo y las llevo a la Guardia Civil de Cariñena (en Paniza no sabría a quién dejárselas). Lo que obliga a entrar en el pueblo, buscar el cuartel y dar explicaciones... o sea, más tiempo perdido. Hago los 6 km. que separan ambas localidades y llevo a cabo el cometido de las llaves, con lo que salgo de Cariñena de nuevo a la carretera a las 12:00. Quedan 49 km. Qué tarde voy a llegar... Al menos, aprovecho para hacer una foto de la iglesia, con la que me topo por casualidad.



Ahora el camino es todo favorable. Casi continuamente descendente, los kilómetros pasan rápido. Cruzo Longares y Muel con bastante celeridad, y el viento, aunque lateral, se agradece para combatir el ya reinante calor. Las piernas comienzan a dar señales de agotamiento, ya que hace mucho tiempo de su último cien.

Tras un tramo de bastantes km. sin interrupciones, un compañero con la bici apoyada en el quitamiedos me hace señas, paro y me comenta que ha pinchado, que si llevo desmontables. Se los presto, y le echo una mano. Seguimos adelante los dos, hasta que se desvía en Cuarte, donde me quedo, de nuevo en solitario, hasta llegar a Zaragoza.

Llego a casa a las 14:15, con 35 grados, que para gente como yo, que no tolero demasiado bien el calor, son muchos grados. 125 km en total que suponen la mayor distancia que he recorrido desde que me aficioné a la bici (la anterior eran 123), con casi 900 metros de desnivel acumulado, y una media de 21,8 km/h. Otro cien para el zurrón.


Saludos.